sábado, 29 de marzo de 2008

¡En sotana de once varas…!


Me impresionó la figura imponente del Cardenal, Mons. Terrazas, con mitra y báculo, pronunciando su homilía del Domingo de Ramos, ¡en un spot publicitario del gobierno, con el consabido “Evo Cumple”! Y, desde luego, me conmoví hasta las lágrimas escuchando a don Alex Contreras, portavoz del gobierno, que expresaba su indignación porque en Santa Cruz desconfiaron de la neutralidad de Mons. Juárez.
Asumo que el anuncio televisivo no fue encargado por el Cardenal y no creo que Mons. Juárez haya contratado a Contreras como abogado. Pero tendría que quedar claro para la Iglesia, el modo burdo, grosero e indisimulado, en que el gobierno pretende utilizarla. Porque lo que está haciendo el gobierno es, simple y sencillamente, usar el caudal de confianza con que cuenta la Iglesia, para canalizarlo a su necesidad de supervivencia. Como es un gobierno mañudo, se declara víctima y ¡reza el Credo desde Poncio Pilatos! Además de pretender ganar indulgencias con Avemarías ajenas, lo hace de modo tramposo.
El gobierno trampea doblemente: primero, porque todas las actitudes que ha mostrado, todos los hechos que ha protagonizado, sin excepción, no tienen nada que ver con el diálogo, sino con la guerra. No importa si se llama La Glorieta y sus muertos, si son sus grupos de choque apaleando y apedreando, si es su Vicepresidente dirigiendo el golpe al Congreso el famoso jueves 28, si es la guerra declarada a Sucre, o si es la prohibición de exportación de aceite ¡para joder a algunos cambas! ¡Es el gobierno el que golpea los tambores de guerra y hace sonar sus trompetas llamando a la batalla!
Pero, además, trampea convocando como mediadora a una institución a la que sólo ha menospreciado y denigrado. No sé qué pensaran los católicos, pero no se necesita ser discípulo de San Agustín y menos el Doctor Angelicus para constatar el trato que don Evo Morales ha propinado a la Iglesia. ¿No había sido acaso la protagonista central del dominio colonial? ¡Pero si en plena sesión solemne en la Casa de la Libertad en Sucre, 5 de agosto de 2006, con el Nuncio y más de un obispo presentes los llamó “agentes de la corrupción” y que cuando era dirigente sindical los obispos querían llevarlo a los ministerios para que lo coimeen!
Ahora, que la Iglesia quiera meterse en camisa -perdón, en sotana- de once varas, es absolutamente cosa suya. Pero, ¿qué va a mediar? Para comenzar, no sé quiénes se sentarían a negociar: si Mons. Juárez llama a los Prefectos, se la va a ver en figurillas si trae al muñeco que el gobierno ha puesto en Sucre. ¿Va a llamar al Comité Interinstitucional? ¿Les va a decir a los cruceños que se olviden del 4 de mayo? ¿Le va a decir al gobierno que retire su proyecto de Constitución, ése “que no expresa un verdadero pacto social de unidad e integración”, según el último documento de los curitas?
Por lo demás, la Iglesia sabe perfectamente que no está interviniendo en una pelea sin importancia a la salida del colegio. Se está metiendo al desenlace de un proceso jodidamente complicado que tiene como protagonistas a un Estado en descomposición y a unas regiones en emergencia. Descomposición de tal grado y en tan corto plazo, que sólo habría que recordar que, hace dos años, la discusión estaba centrada en el carácter vitalicio de la Presidencia de Evo o cuántas décadas se iba a quedar en el poder. Ahora la preocupación de Evo Morales, ¡es cuánto dura!
Mejor, nomás, ¡no meterse en sotana de once varas!
Cayetano Llobet

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