miércoles, 18 de febrero de 2009

El silencio cochabambino


Cuando Manfred quiso abrir un espacio social para cambiar el voto popular cochabambino que le negó el SI a la autonomía departamental, fue acusado de separatista, conspirador y oligarca. El MAS incendió la Prefectura para escarmentar la osadía del entonces Prefecto. Esa era la lectura del gobierno al concepto autonómico.
Cochabamba hoy día tiene un Prefecto que más allá de cobrar a fin de mes es un verdadero cero a la izquierda. Se supone que tiene el apoyo de Evo Morales. ¿En qué se traducirá este apoyo? Porque el departamento está echado a su suerte. ¡Y qué mala suerte tiene! Rodeado de cocaleros a los que lo único que les importa es la coca para la cocaína, anestesiados por un Alcalde vago e insensible al retroceso que vive la ciudad, con un proyecto que tiene más de cincuenta años como Misicuni, con una actividad económica paralizada, con una vida social sedentaria, sin Lloyd ni Manfred.
¿Cómo entender el diario ataque que recibía el anterior Prefecto por las hordas aleccionadas del MAS que le criticaban lo que hacía, y cómo comprender que ahora no se escuche una solitaria voz en la Plaza septembrina que reclame por lo menos un suspiro de su autoridad encumbrada a dedo?
Los masistas en Cochabamba se han vuelto autistas. Sólo se miran el ombligo y se creen el centro del universo. Los comunicadores sociales que tienen programas de audiencia, se preocupan del “acontecer nacional” y se olvidan de su llajta. ¿Tienen miedo? Nadie le dice al Prefectucho que explique quiénes son los ladrones del dinero de la caja fuerte que se esfumó, los cobros salariales obligatorios, cuanto del presupuesto ha ejecutado, donde y en que Provincias, cual es la composición del gasto corriente, por qué no reclama el IDH confiscado por su hermano Evo, por qué no explica la expansión de la coca en el Chapare, por qué no pude controlar el dengue, en fin, por qué cobra sueldo sino hace nada.
Todos callan, nadie sabe nada y si se sabe algo, es mejor no saber. Y este silencio de los inocentes, se confunde con paz y armonía. “Ya no hay bulla” escuché decir, como si el hecho de que no “haya bulla” significara que los estantes y habitantes estamos bien o mejor que antes.
Sólo unos jóvenes ambiciosos, como debe ser la juventud, hicieron firmar libros pidiendo autonomía y se los asedió y maltrató por masistas encabezados por el actual “representante presidencial” Marco Carrillo, que ahora declama autonomía, como si nada hubiera hecho para combatirla. Esta impostura tampoco merece el menor comentario.
Nadie quiere guerra y enfrentamiento, está por demás decirlo, pero de ahí a pensar que en Cochabamba “todo está bien” es no solo un error sino un pecado social que hay que enmendar ya. Tenemos derecho a exigir desarrollo, progreso y seguridad ciudadana. Si eso no produce la Prefectura es una obligación cívica demandarle.
Dante Pino Archondo

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